LA VIDA CONTINUA.
Claves para hacer el duelo por la muerte de un ser querido
La muerte de un ser querido es una de las situaciones más
dolorosas a las que nos tenemos que enfrentar en la vida. Deja un vacío inmenso, a veces sientes un
dolor profundo y lacerante que te quita el aliento y las ganas de vivir. Cuando perdemos a una persona querida, se
pierde a alguien que forma parte de nosotros. La vida cambia, se modifica la
forma de ver el mundo, e incluso la forma de entenderla. Afrontar la pérdida
supone tener que aprender a vivir sin esa persona que ha sido tan importante
para nosotros. A partir de ese momento, se inicia un proceso que se denomina
“duelo”.
EL DUELO
EL duelo es el conjunto de sentimientos,
pensamientos y comportamientos que aparecen tras la pérdida de un ser querido,
y suelen ser más intensos tras el fallecimiento, con el paso del tiempo los
sentimientos de dolor profundo se van mitigando y en su lugar se instaura una
nostalgia que va y viene y que se hace particularmente fuerte en las fechas significativas.
El duelo permite adaptarse gradualmente a la nueva realidad hasta que llegue el
momento en que ésta pueda ser aceptada. Y este proceso, que es normal, puede
ser largo, complejo y difícil.
Durante el proceso de duelo, generalmente hemos de pasar por diferentes etapas que van desde la evitación hasta la aceptación final:
- Negación o Evitación
La negación es solamente una defensa temporal que
necesitamos para asimilar lo ocurrido. En esta fase nos sentimos en estado de
shock y se manifiestan los sentimientos de incredulidad hacia lo acontecido. «Esto
no me puede estar pasando, no a mí». En otras palabras, nos sentimos
profundamente tristes, lloramos con frecuencia pero aún no hemos concienciado la pérdida de la persona. Esta fase le permite a nuestro Yo asimilar
gradualmente el golpe y puede durar lo mismo algunas horas, semanas o incluso
meses.
- Tristeza, dolor y rabia
La segunda etapa es la fase aguda del duelo donde ya hemos
comprendido que la persona amada no estará más y comenzamos a experimentar el
dolor por la separación. Entonces emerge el desinterés por las cosas que nos
rodean y por el mundo en sentido general y surgen los sentimientos de angustia
y de rabia. Esta fase es particularmente difícil porque estamos deshaciendo los
lazos con la persona que perdimos pero a la misma vez no deseamos hacerlo por
lo que experimentamos continuamente sentimientos ambivalentes. A veces nos
sentimos alegres por alguna situación e inmediatamente nos recriminamos por
ello.
En esta fase solemos reflexionar mucho sobre las
características de nuestra relación con la persona que hemos perdido y
usualmente aparecen los sentimientos recriminatorios y de culpabilidad pues
pensamos que de alguna forma pudimos evitar su muerte o podíamos haber actuado
de otra manera en algunos momentos de la relación. Obviamente, tener estos
pensamientos no sirve de nada pero en muchas ocasiones los mismos acuden una y
otra vez a la mente, siendo particularmente difícil eliminarlos.
Aprender a hacer el duelo no es tarea fácil, al amor ya no
se puede expresar a través de los abrazos y no queda más remedio que llorar
para dejar salir el dolor y la tristeza por la pérdida, pero también tenemos
que aprender a transmutar el amor para
vivirlo de otra forma. Los creyentes tienen el consuelo de la vida
espiritual y la esperanza del reencuentro, los ateos o agnósticos tienen que
aprender a vivir desde dentro el amor compartido que esa persona dejo en su
interior.
- Aceptación
La muerte y la vida son inseparables y una vez elaborado el
duelo por la perdida, podemos continuar nuestra vida con mayor entusiasmo,
porque somos más conscientes de que la
vida es efímera y la mejor manera de honrar
a nuestros muertos es viviendo nuestra propia vida intensamente
COMO CUIDAR DE TI MISMO DURANTE EL DUELO
- Date permiso para
estar en duelo. Necesitas ser vulnerable, sentir el dolor y aceptarlo como algo normal.
- Deja que las
emociones fluyan. No hay nada más negativo que no expresar las emociones
porque éstas terminan haciéndonos daño. Por ello, cuando expresamos la rabia,
el miedo y el dolor; estaremos transitando el camino hacia la recuperación.
- Concédete tiempo para recuperarte y sé paciente
contigo misma. No quieras estar bien de la noche a la mañana, fingir que eres
fuerte y retomar la vida como si nada hubiese pasado. La pérdida de una persona
amada es algo que nos cambia y necesitamos tiempo para aceptarlo.
- Busca apoyo en los demás. Seguro hay personas a tu alrededor que están dispuestas a ayudarte
pero no saben cómo. Ayúdales a ayudarte.
- Bríndate tiempo
para descansar y para divertirte. No tienes que sentirte en culpa si en
algunos momentos la pasas bien con los amigos y sobre todo: no te atiborres de
trabajo como una forma para olvidar, sólo conseguirás dañar tu salud.
- Aplaza las
decisiones importantes que debas tomar en tu vida. Cuando perdemos a un ser
querido nos sentimos particularmente frágiles, no podemos pensar con claridad y
somos propensos a tomar decisiones de las cuales después podemos arrepentirnos.
Lo mejor es dejar a un lado todas aquellas decisiones importantes que puedan
ser postergadas para tomarlas en un momento más adecuado. Recuerda que iniciar
una nueva relación afectiva no suplantará jamás la pérdida.
CÓMO PUEDEN AYUDAR LOS FAMILIARES Y AMIGOS:
-Dedicar tiempo a
la persona que ha perdido un ser querido es la mejor manera de apoyar. No se
necesitan demasiadas palabras, ofrecer soluciones, ni siquiera tener respuestas
a todas las preguntas que pueda realizar. Lo más importante es la voluntad de
acompañarlo durante el periodo de tiempo que dure su dolor y su pena.
- Ofrecer ayuda de
forma espontánea, y que sea la otra persona quien la acepte cuando lo considere
oportuno. Es importante tener en cuenta, que en numerosas ocasiones, la persona
que está sufriendo puede estar tan bloqueada que no es capaz de solicitar
ayuda, o por el contrario, no la pide por miedo a molestar.
- Cercanía en los
momentos de mayor soledad de la
persona. La soledad se percibe de una forma más intensa durante las noches, los
fines de semana, las vacaciones o los aniversarios. Una buena sugerencia es, en
esos momentos, llamar por teléfono, hacer una visita o salir a dar un paseo con
la persona que está atravesando un duelo, siempre que ella también lo desee.
- No hay normas. Debemos
respetar las diferentes formas de vivir el duelo. Muchas veces nuestras formas
de responder ante la situación no coincidirán con las de la otra persona, pero
esto no es malo, ni tampoco significa que nuestra forma de entender la realidad
sea más “válida” o “normal” que la del otro. Es importante respetar el modo en
que el otro está viviendo el duelo, sus sentimientos, preocupaciones, el deseo
de llevar o no luto, las formas de recordar y tener presente al ser querido. En lugar de pensar “si yo fuera él me gustaría que…”, “lo que a mí me
ayudaría es…” es mejor preguntar directamente qué es lo que necesita, cómo
podemos ayudarle, etc.
- Escuchar y
comprender Escuchar no es simplemente oír, implica estar disponible,
atento. Escuchar implica recibir las palabras, pero también los gestos, los
sentimientos y entender los motivos de los mismos, aunque no los compartamos.
Es importante ser comprensivo y dar tiempo a la persona que sufre, sin
pretender acelerar el proceso de duelo.
- Dejar que la
persona se desahogue y llore El llanto es la manifestación de múltiples
sentimientos que van desde la alegría, hasta la compasión, la tristeza y la
desesperanza. Tiene la función de descargar la tensión emocional y facilitar la
adaptación a la situación. Es muy importante permitir la expresión de
sentimientos y emociones tales como la tristeza, la rabia, impotencia.
- No comparar Para
cada persona el dolor que siente es el más agudo, el más profundo y el más
intenso. La persona que en ese momento está experimentando un dolor intenso no
es capaz de ponerse en lugar de otro y valorar otra realidad distinta a la
suya. Establecer comparaciones para animarle y reconfortarle únicamente va a
provocar rechazo y la sensación de que no le comprenden.
- Evitar las frases
hechas Es normal no saber qué decir. En numerosas ocasiones, cuando una
persona comparte con otra sus sentimientos, al no saber qué decir o hacer, y
con la intención de animar y apoyar, se recurre a frases hechas del tipo “ha
sido lo mejor”, “ahora puedes descansar”, “tienes que ser fuerte”. Sin embargo,
este tipo de expresiones no sirven para amortiguar el dolor, son palabras “vacías”,
carentes de contenido que sólo tranquilizan al que las ofrece y raras veces al
que las recibe.
- Preguntar que necesita, hacer preguntas
que ayuden a orientar y facilitar el apoyo. Pueden ser frases del tipo “dime de
qué manera te puedo ayudar” o “¿quieres que te acompañe mañana a arreglar los
papeles?”.
-Compartir el
silencio El silencio ante una persona querida que sufre no es un silencio
vacío, sino lleno de cariño. Por eso, un acompañamiento en silencio puede
aportar serenidad al que sufre. Cuando se acompaña de un pequeño contacto
físico (tomar la mano, un abrazo, etc.) ayuda a transmitir el cariño que
sentimos por ella.
CUANDO BUSCAR AYUDA PSICOLÓGICA
Cuando pasados seis
meses, la tristeza, le dolor y el desánimo
no van disminuyendo es recomendable consultar a un profesional por que el duelo
se puede estar trasformando en una depresión
y aunque los síntomas son parecidos, el duelo es un proceso natural e
inevitable ante un acontecimiento de la vida y la depresión es un problema psicológico
interno.
Hay duelos
especialmente difíciles de superar, en cuyo caso es recomendable buscar
ayuda psicológica desde el principio:
- La muerte por suicidio
- La muerte de niños o adolescente.
- La muerte de la madre o el padre de un niño o adolescente.
La muerte de un amigo o una mascota es una de las más difíciles de superar. Entre otras cosas, el amigo o el animalito lo eliges con todo el amor del mundo, mientras que la familia, los compañeros de trabajo, la gente y gentuza que pasa por la calle te lo imponen bien la vida, bien las circunstancias, por c...
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